Excursión por Quijorna: Hornos de Cal y batalla de Brunete
12 de febrero de 2012
Con la participación en esta
actividad de los nuevos amigos de la asociación “Camineros del Real de
Manzanares” y “Villanueva de la Cañada
Sostenible” reunimos en los alrededores
del colegio Príncipe de Asturias a un grupo de alrededor de 50 personas.
La primera impresión es la que
cuenta y en algunas ocasiones este ojo clínico de quién les escribe falla. Me
explico.
En el grupo, aquellos que por
edad y situación parecían ser más endebles, que no terminarían la ruta, fueron los que nos demostraron que la
voluntad, la paciencia y el paso tranquilo es un arma más para alcanzar la
meta. Comenzaron a andar con tiento, para sus adentros y mirando al suelo, como
para no perder la respiración ó el ritmo de sus zancadas; mientras el grupo se
estiraba y la chiquillería lo inundaba todo.
Subimos las primeras
pendientes, ya como longaniza viva. Nos cruzábamos con grupos de ciclistas
saludantes y saludados y nos detuvimos en las inmediaciones del horno de cal,
apropósito de haber recorrido ¼ de la ruta prevista. Aquí nuestro entusiasta
presidente se dedicó a lo que más le gusta y así nos contó la situación de la
línea del frente en el 37, los tipos de bombardeos, los puestos de mando de uno
y otro bando y abrió la veda para que el interesado y el curioso preguntasen.
Reagrupados, informados,
desabrigados (la mañana comenzó fresca) y repuestos en fin, continuamos camino en dirección a Valdemorillo por
un pequeño camino empedrado, del que se dijo que por su construcción podría ser
parte de una calzada romana. (Qué bueno sería estudiar esto a fondo y añadir
esto al catalogo de intereses culturales del municipio).
El paisaje de la zona, pese a la
sequedad del terreno este año,
era de umbría y daba comba a especies vegetales de zonas menos áridas. Estas
cárcavas esconden las entradas a las minas de cal que en tiempos se explotaban.
Según mi versión, discutible por supuesto, de aquí extraían hidróxido cálcico
(Cal hidratada), para llevarla a los hornos, donde una vez calentada perdía su
contenido en agua, para pasar a convertirse en cal viva, para su posterior aprovechamiento en
construcción (morteros de cal y canto – cal para encalar paredes) y tratamientos fitosanitarios.
Una vez más Ernesto nos arenga
y nos cuenta sobre el campamento que ocupo aquí el bando republicano,
construido con los materiales de derribo de lo que quedó del pueblo de
Quijorna, arrasado por las bombas. Este campamento, alejado de la línea del
frente fue ideal lugar para recuperarse y pese a la calamidad, hacer vida casi
normal y contaba con ……….. organizado en el
espíritu de la colectivización …bla, bla, bla…
Pasada la guerra los
habitantes de Quijorna tuvieron que seguir haciendo uso de este poblado por
varios años, hasta la reconstrucción de
sus casas. Este hecho vino a recordarme una película de los años 50, sólo que a
la inversa.
En “La otra vida del Capitán
Contreras” (Rafael Gil - Fernando Fernán Gómez, 1956) un soldado vuelve a la
vida en la época actual, habiendo estado en letargo desde 1600. El choque no
puede ser más brutal. Yo trasladé a nuestro grupo a esta época y me imaginé
sacando agua de un pozo a mano, preparando cercados para animales, reparando
tejados con goteras y echando una partida a las cartas con los convecinos, tal
y como debió ser para algunos de nuestros vecinos mas viejos. Por un lado
pesadilla, pero por otro… vivir de lo que produces, sin artificios, sin juez, sin
bandos, sin bandas, sin móvil, sin necesidad de moneda. No sé, no sé…
Otra vez en marcha y después
de sometidos en las ultimas cuestas a la ley de la gravedad, algunos
rezongando, otros respirando con ganas y olvidado el frio, llaneamos y hay
tiempo para cambiar impresiones con alguno de nuestros acompañantes de los Camineros
del Real. Una labor bonita, justa y
necesaria. Salir a andar, reconocer los
caminos y denunciar el uso privado de los tramos que son de uso público,
eliminando las barreras, cercas y vallas si es necesario.
Hablamos sobre al Palacio del
Canto del Pico en Torrelodones, desde donde el General Miaja dirigió la batalla
de Brunete y que posteriormente tras la victoria de Franco sería donado a este y de su posterior
abandono y destrucción. Intercambiamos ideas de rutas, con interés en los
caminos de conducción de picadas del Canal de Isabel II. Llanos, asfaltados y
de suave desnivel, el sueño del ciclista aficionado y su sufrida familia que lo
acompaña…
Seguimos ya por la cuerda de
la colina y la ruta se va cobrando sus victimas en forma de suelas de zapato,
primero las botas altas. Poco mas tarde zapatos de cuero. Increíble, pero
cierto en ambas suelas a la vez en los dos casos.
Nos arremolinamos los curiosos
para ver el desperfecto y hay ofrecimientos para su reparación con cuerdas,
alambres… Todo temporal, aunque efectivo, pues con un par de intentos y
fracasos, los propietarios descansan sus cabezas de la posibilidad de tener que
hacer la mitad restante descalzos.
La casa de los Llanos nos
conoce de otras batidas y la hemos visto con otros soles, por lo que no me
detengo en comentarla. Otra breve parada para dar más detalles de lo que se
vivió allí y para concentrar al grupo, que ya almorzado tiene un paso mas
calmo.
Nos queda ya una subida,
demonizada por todos, hasta el cerro Andrinal y ya, desde el fortín divisar
Quijorna, para pensar en las andanzas de Cabeza de Vaca* y comparar las gestas…
David Pollán / colaboradores
*Naufragios y comentarios,
1542 – Alvar Núñez Cabeza de Vaca (Una
lectura interesante, junto con la biografía de Hernán Cortes de Juan Miralles-
Tusquets)
No hay comentarios:
Publicar un comentario